Recomendación de lectura

Me gustaría empezar el año laboral con una recomendación de lectura (sí, ya sé que el año empezó hace rato pero recién ahora me puse las pilas con las publicaciones).

La primera vez que escuché el nombre de Sara Gallardo fue cuando asistí a la EOTL (la Escuela de Otoño de Traducción Literaria) en 2022. Un colega manifestó que le encantaba su forma de escribir y una compañera validó su opinión y dijo que también le fascinaba. Desde ese entonces, el nombre me quedó dando vueltas en la cabeza y me propuse como objetivo leer alguna de sus obras.

El año pasado, mi mamá me regaló Los galgos, los galgos para mi cumpleaños (yo pedí el libro explícitamente). Sara Gallardo es una de las mejores escritoras argentinas que he leído. El comienzo del libro ya es motivo suficiente para invitarlos a leerla. El comienzo encierra, tal como expresa Fiordo, la editorial que está reeditando toda su obra, el conflicto y la grandeza de la obra:

«De mi padre heredé una casa, la mitad de un campo y algo de dinero. Lloré mucho esa muerte, pero no puedo decir que la herencia me tomara de sorpresa. Sentados en la luz del amanecer, hacia el fin del velorio, se me ocurrió decir a mi hermano que le cambiaba mi casa por su parte de campo y, como aceptó en seguida y tuve que firmar una cantidad de papeles, comprendí que había hecho mal negocio».

Estas son las palabras de Julián, el heredero de Las Zanjas, el paraíso natural que hereda de su padre. Junto a Corsario, un galgo gris, Chispa, la dorada y saltarina compañera que eligen para él, Julián y su novia Lisa construyen una casa, plantan árboles, andan a caballo, se aman y dejan de amarse. Porque sí, la novela trata sobre el amor y el desamor, pero también sobre muchas cosas más: la vida en el campo, las convenciones y el estilo de vida de una clase, las ilusiones que se destruyen por esas convenciones.

A medida que avanzaba la narración, yo también iba sintiendo el desamor y el desgaste que sentía Julián. Me daban ganas de volver al principio, cuando todo era simple y los galgos correteaban detrás de las liebres y el campo se cubría de un tono lila cuando llegaba el atardecer.

Cierro la reseña con un comentario de Julián y los/as invito una vez más a leer esta maravillosa novela:

«¿Pero qué se me importaba a mí que me perdonaran o dejaran de perdonarme en ese tiempo que a pesar de todo era feliz, como está feliz la copa del árbol mientras las nubes crecen, mientras todo calla, y lo único que parece verde y feliz son esas hojas que resaltan sobre un cielo morado y de las cuales no quedará ni una dentro de un rato?».

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